Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

14 septiembre, 2011

Lo que más vale para las almas es ofrecerme la pruebas que el Cielo os manda, porque al aceptarlas aceptais la voluntad de Mi Padre

Aquellos que no desean convertirse porque odian a Dios Altísimo, son almas ya renegadas cuyo infierno ha empezado en esta vida. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, cuantos ayunos, penitencias, oraciones, misas, y rosarios hagáis por el bien de las almas, siempre serán pocos, porque el mal que muchas de ellas padecen es inmenso y son legiones de almas que viven totalmente atribuladas y no encuentran ni paz, ni felicidad. Pero hijos, como bien sabéis Yo Soy el Redentor del mundo, el Salvador, y si esto lo creéis ponedlo en práctica haciendo que todo lo que hagáis lo unáis a Mis méritos infinitos o a los méritos infinitos de la Santa Misa, porque lo que vosotros dais, apenas es nada comparado con el mal tan inmenso contra el que hay que luchar.

Hijos, no creáis que un día sin comer, o un día que hagáis mucha penitencia es suficiente, debéis tener vuestra vida siempre dispuesta a ofrecerme todo lo que podáis, aunque hijos, lo que más vale para la salvación de las almas es ofrecerme la pruebas que el Cielo os manda, porque esas, aparte de que no son buscadas por vosotros, al aceptarlas y ofrecerlas, estáis además aceptando hacer la santa voluntad de Mi Padre Eterno. Hijos, no olvidéis que vale más aceptar un día malo (que os sobrevenga) por las almas, que todas las penitencias que vosotros os busquéis, porque al día malo aceptado además de hacer la penitencia y ofrecerlo por el bien de las almas, añadís el cumplimiento de la voluntad de Dios lo que es para vosotros un gran mérito y una gran virtud. Yo, Jesús, Vuestro Hermano, os hablo.

Hijos Mios, nunca os olvideis del amor inmenso que tengo a las almas. Mi amor por todas las almas, por todos vosotros, por el pecador más empedernido, por la persona más corrupta, es inmenso y Mi mayor deseo es salvaros a todos. ¡A todos hijos Mios! porque un padre nunca hace distinción entre sus hijos. Mientras vivís este es Mi mayor afán, salvaros, hacer que os reconvirtáis, hacer que comprendáis que la vida pasa pero la eternidad no termina, y así, una y otra vez y de mil formas y con mil circunstancias, os recuerdo constantemente esto. Pero vuestros corazones endurecidos no terminan de entender, ni de aprender. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo este mensaje lo propaga y lo pone en práctica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario