Ante hechos escandalosos que sucederán en la Santa Madre Iglesia, no se deben fomentar los mismos, y se debe dejar pasar la tormenta para que el asunto escandaloso no llegue a más personas de las que ya han llegado. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
¡Ay de vosotros por los que viene el escándalo! dijo el Señor. Esto también va no solo para quien lo protagonize sino para quien lo inicie o lo extienda. Los medios de comunicación que promueven el escándalo son también culpables de ellos, porque todo el que hace el escándalo de una forma u otra, es culpable de este delito que el Redentor condenó en su vida pública. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Los escándalos son muy deseados de Satanás porque sabe que muchas almas flojas en la fe, la pierden o se desencantan tanto de la Iglesia que se alejan de ella, porque hay a quienes todo les afecta y esas personas pusilánimes, débiles de fe y variable, estos hechos los terminan de hundir en una apatía tal que será difícil sacarlas de ella.
Hijos de Dios, no solo debéis evitar el escándalo de cualquiera de sus formas, sino este hecho que se da tan a menudo, no lo debéis secundar viendo o leyendo los medios donde los comunican, porque es mucho mejor y más sano, evitar los medios de comunicación que hablan de escándalos, porque la audiencia que tiene es lo que los hace mantenerse en esta clase de noticias que son tan del desagrado de Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
A quien haya escandalizado si es consciente de ello y comprende las malas consecuencias de sus actos, debe hacer penitencia en reparación y olvidar el escándalo con una vida de santidad inigualables, porque Dios que es misericordia si ve al alma compungida, también olvidará el escándalo que produjo y le alcanzará su misericordia, pero si sigue en sus ideas y se cree en la razón, ese alma está ya en la miras de Satanás que tratará una y otra vez que cuando le venga un ápice de arrepentimiento no le surta efecto, porque volverá otra vez a hacerle creer que tenia razón. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Os lo repito de nuevo, ¡ay de aquel por el que de una forma u otra produce o fomenta el escándalo! Os aseguro que sus consecuencias le serán imputadas, porque pudo haberlo evitado y no lo hizo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
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