Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

03 febrero, 2011

Vine a enseñaros el camino hacia el Cielo, a poner rectos los renglones torcidos, a decir el camino auténtico de la santidad y de la salvación

Hijos Míos, veis como suceden los días apresudaramente, los meses y los años y veis como vuestras posición espiritual sigue siendo la misma desde hace años. Solo tenéis una vida para emplearla en salvaros y para merecer y, apenas tenéis cambio en los años que se suceden, así que hijos, Mi Santo Espíritu os da toques para reconvertiros y vosotros, almas tibias, fríos e indiferentes, hacéis caso omiso de esos toques. Yo, Jesús, os hablo.

Mi Madre intercede por vosotros los pecadores para que Mi gracia no os falte y, muchas almas rezan también por la conversión de los pecadores, pero vosotros hijos, no ponéis nada de vuestra parte y perdéis constantemente la ocasión de que Mi gracia os haga efecto. Yo, Jesús, os hablo.

Si cae en vuestras manos una hojita parroquial o de algún grupo de oración, la leéis y os gusta, pero tan pronto pasa el momento de haberla leído la abandonáis y no permitís que la semilla agarre en vosotros ¡que pena! que tantos y tantos cristianos solo de bautizo malogren sus vidas y, lleguen incluso a condenarse por no esforzarse lo más mínimo y no poner lo que está de su parte. Yo, Jesús, os hablo.

Que listos andáis en vuestros asuntos cotidianos, en vuestros derechos profesionales, en vuestras nóminas, en vuestros descansos, pero que poco os importa la salvación de vuestra alma y, parece que todo eso es un cuento que os han contado los curas y que dejáis de creer  en la edad adulta. Hijos, leed Mi Evangelio, Yo Soy quien os pide vuestra salvación, vuestro esfuerzo, el Hijo de Dios Altísimo. Yo vine a enseñaros la doctrina verdadera del camino hacia el Cielo, a poner rectos los renglones torcidos, a decir el camino auténtico de la santidad y de la salvación, y como no me bastó con la predicación os di ejemplo en todo, ejemplo de oración, de abnegación, de pobreza, de sacrificio, de obediencia, de misericordia, de amor infinito. Yo, Jesús, os hablo.

Así pues hijos Míos, mientras hay vida, hay esperanza, poned de vuestra parte algo, poned un poco de voluntad y esfuerzo, y veréis como es fácil emprender la reconversión de vuestras almas con Mi gracia divina y la ayuda amorosa de Mi Santa Madre y Vuestra. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo. Mi paz a todos aquellos que pongan en práctica Mis palabras.

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