Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

30 enero, 2011

Vuestra Madre Celestial os espera como cualquier verdadera madre, con el Corazón incandescente de amor por vosotros

Hijos Míos, hijos benditos de Mi Corazón, os hablo para deciros que en las familias si no hay comunicación éstas se alejan y sus miembros van por su libre albedrío en la vida, sin importarles lo que suceda a uno, ni a otros y, hasta se pueden perder (las familias). Esto, hijos Míos, también pasa en la familia celestial, por eso os pido que estéis más comunicados con el Cielo y elevéis más vuestro corazón a los santos, santas del Cielo y a todos los Ángeles, y sobre todo, a Vuestra Madre Celestial que os espera como cualquier verdadera madre, con el Corazón incandescente de amor por vosotros. Yo, Jesús, os hablo.

Hijos Míos, Soy Vuestro Hermano mayor y os pido que Me tratéis, que habléis Conmigo de vuestros asuntos, que os alleguéis a Vuestra Madre Celestial y le expongáis vuestras cosas, porque Ella, cuan Madre amorosa os escucha fervientemente. Quien ama a su madre biológica de verdad ¿esta desconectado de ella durante mucho tiempo? Pues lo mismo es Vuestra Madre Celestial que desea que Sus hijos verdaderos la alaben, la recen, pero también les cuente sus penas y sus ilusiones y las pongan todas en sus inmaculadas manos.

Hijos Míos, en Mi paso por la Tierra Yo le contaba a Mi Madre todo y teníamos grandes diálogos, aun conociendo como Dios, lo que había en Su Corazón, y Ella a Mí, a pesar de ser su Hijo Me hacia peticiones como Dios y siempre se doblegaba a lo que fuera Mi voluntad. Ella intercedía por Sus vecinos, por los de Su entorno, por casos que le llegaban de desgracias que habían sucedido, y Ella, humildemente y doblegándose a Mí, Me pedía por esas gentes y se sometía a lo que Yo quisiera hacer. Unas veces le concedía lo que pedía y otras le decía que era mejor no hacerlo para el bien de sus almas, y la fe y amor ardientes de Mi Madre todo lo creía y todo lo aceptaba. Yo, Jesús, os hablo,

Pero hijos, vosotros Nos tenéis en gran abandono y no acudís a Nosotros a pesar de que a muchos no os resultamos indiferentes. No tenéis costumbre de dialogar con Nosotros. Rezáis el rosario, leéis cosas espirituales, pero no dialogáis con Nosotros que somos vuestra familia celestial y, estamos pendientes de vuestras cosas.  Así pues hijos, acudid a Nosotros y habladnos como si viviéramos en la Tierra, porque entre el  Cielo y la Tierra el diálogo y  la oración acorta la distancia y une entrañablemente. Yo, Jesús, Vuestro Hermano, Vuestro Salvador, el Hijo de María, os lo pide. Mi paz esté con todos vosotros.

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