Las gracias que cada alma recibirá en la tribulación de los últimos tiempos y cuando las cosas se pongan feas, serán gracias para cada cual según sus necesidades y según sus disposiciones. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
El que es débil recibirá la gracia de tener fortaleza, el que no sabe expresarse, recibirá la gracia de saber hacerlo, el que es desidioso recibirá la gracia de la disponibilidad, porque Dios es ante todo Padre y dará a cada hijo lo necesario para salvar su alma, respetando la libertad de cada uno para aceptar o no lo que El disponga y, escoger el camino que cada cual libremente desee, el camino de la salvación o el de la perdición, el camino de Dios o del diablo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Con esto quiero, hijos de Dios, animaros a no tener miedo, porque Dios es un Padre amoroso que cuida admirablemente de Sus hijos y, si Sus hijos no abandonan a su Padre Dios, El tampoco abandonará a Sus hijos.
Los sacerdotes buenos y fieles a su ministerio y a la ley de Dios, recibirán gracias especiales no solo para ellos, sino para guiar a cuantas almas se les acerquen. Aumentaré en ellos Mis siete sagrados dones, para que las almas que los busquen no se sientan defraudados, ni mal guiados. Yo, Espíritu de Dios, os hablo
Mis obispos verdaderos, los que aman a Dios por encima de todas las cosas, tendrán también gracias especiales para guiar al rebaño que Dios les puso y encomendó, sobre todo, a los sacerdotes que están bajo su encomienda, y así hijos de Dios, con todas estas gracias especiales que el Cielo derramará, no debéis temer nada de lo que venga, porque el Cielo os protegerá de forma especial. Los hijos de María Santísima, esas almas que aman de forma especial a la Madre del Redentor, Ella los cubrirá con Su manto y los protegerá como la gallina protege a sus polluelos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Pero mientras llega todo lo anunciado sobre la tribulación, haced oración y perseverad en los sacramentos, los cuales tenéis que recibirlos en las debidas disposiciones. Confesad todos los pecados, incluso de vuestra vida pasada, para que limpios de inmundicia, la gracia de Dios haga más efecto en vosotros, por vuestras buenas disposiciones. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. La paz de Dios Altísimo y de la Santísima Trinidad , esté con todos vosotros.
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