Aquel que quiera salvar su vida, la perderá y aquel que la perdiere o gastare por Mí, la salvará (Lc 9, 23-24). Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos sacerdotes, sacerdotes de Dios, templos vivos del Espíritu Santo, Soy Yo, Jesús, quien os habla para animaros a perseverar en vuestro celibato, en vuestro ministerio, en vuestra fe, en vuestro amor a Mi Santa Madre. No os desalentéis si veis que no recogéis frutos y si veis que se pierden las cosechas de lo que sembráis y, que los fieles no hacen caso a vuestros santos consejos, a vuestras homilías, a vuestras actividades, Yo os pagaré igual que si vuestra cosecha hubiera sido lucida, porque hijos, sembrar en tiempos de borrasca, en tiempos de apostasía, cuando la moral ya cada vez más se pierde, eso, Yo, Jesús de Nazaret, lo valoro y os lo pagaré centuplicadamente.
Se que lloráis por el ambiente insano y apóstata que vivís. Se que sufrís en silencio amarguras inmensas, no temáis nada ni a nadie porque el mal no avasallará más de lo que Yo permita, y a veces, vuestras lágrimas son más fecundas que vuestras homilías o vuestros consejos en las confesiones.
Se que sufrís porque veis como se casan los jóvenes sin conocimiento previo de lo que van a hacer. Se que sufrís porque cada vez menos se celebran bautizos, y porque veis como los pequeños cada vez menos acuden a las catequesis. Yo se muy bien lo que estáis padeciendo y las amarguras que todo lo que pasa en vuestro entorno os producen, pero hijos, no dejéis de trabajar en Mi Viña (la Iglesia) afanosamente, como si la cosecha fuera a ser óptima, porque lo será en el momento que menos esperéis, quizá en la agonía final de un moribundo, o en la reconversión de un joven que iba por caminos de perdición.
Hijos, Yo os necesito íntegros, santos, abnegados, sufridores, amantes de Mi Divino Corazón y devotísimos y dignos hijos de Mi Madre. Seguid hacia adelante a pesar de las borrascas espirituales que vivís, que Yo, Jesús, Vuestro Salvador, os lo pagaré como no podéis imaginar.
Ofrecedme vuestras amarguras, vuestras penas, vuestros aparentes fracasos, Yo hago con todo ello frutos de santidad y los aplico donde más necesarios son. Manteneros fieles en vuestros celibatos y ministerios, para lo que debéis pedirme cada día la gracia de estado. Yo, Jesús, Vuestro Hermano, Vuestro Salvador, os hablo y os animo. Mi paz sea para todo aquel que cree en estos mensajes.
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