Hijos Míos, Soy María Inmaculada quien os habla y Me dirijo a vosotros con inmenso amor de madre. Hijos Míos, en estos días que vienen, se conmemora uno de los misterios más grandes que protagonicé en Mi vida: El misterio del nacimiento del Hijo de Dios e Hijo Mío.
Cuanto Me gustaría que este gran misterio lo meditarais en vuestro corazón tal y como Yo lo medité y, lo vivíais cristianamente, sin sobrepasaros en diversiones, en celebraciones paganas, y a veces, dañinas. Y penséis que Dios viene al mundo haciéndose un Niño indefenso que dependía de Mí. Yo, María Inmaculada, os hablo.
Todos los años se conmemora este acontecimiento, pero cada año menos, se medita y se vive cristianamente este misterio de vuestra fe que es tan grande, y que meditarlo alimenta tanto al alma y tantas gracias atraen hacia vosotros. Pensad, hijos Míos, que no meditáis en el nacimiento de un niño cualquiera sino en el nacimiento del Hijo de Dios Altísimo, aunque también sea Hijo Mío, y debéis profundizar en la grandeza y dimensión de este misterio que nunca más se repetirá en la historia de la Humanidad. Yo, María Santísima, os hablo.
Mi esposo José cuando vio al Niño se llenó de gozo, su júbilo era algo tan grande que lloraba de alegría al ver que era el escogido para proteger a ese Niño y a Su Madre. Hijos, es necesario que dejéis las costumbres paganas de un lado y profundicéis más en el misterio de la Navidad, para que vuestra alma se alimente y reciba muchas gracias del Padre Celestial, que no dejará sin paga, al que piense y medite en Su Divino Hijo, en Su Unigénito. Yo, María inmaculada, Vuestra Madre, os hablo.
Acercaros a Mí cuando penséis en este santo misterio, cuando lo meditéis y, pedid la luz del Santo Espíritu para que alcancéis a ver nuevos matices y luces que El os dará si le pedís que os ayude a contemplar este sublime misterio. Haced hijos lo que Yo hice, lo que mi santo esposo José hizo. Haced, hijos Míos, lo que los santos hicieron, contemplad en estos días el santo misterio del nacimiento de Mi Hijo y dejad a un lado las cosas paganas que estas fiestas traen, para vivir un poco más en consonancia con vuestra fe católica. Yo, María Inmaculada, os hablo y os lo pido. La bendición de la Santísima Trinidad sea con vosotros.
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