Las cosas, hijos Míos, tienen que ser del agrado de Dios, porque si no hacéis las cosas como Dios desea, no os serán provechosas. Yo, Jesús, os hablo.
No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino aquel que hace en todo momento la voluntad de Dios (Mt 7, 21). Yo, Jesús, os hablo. Hijos Míos, muchas almas tienen designados por Mi Padre Celestial un camino de santificación y, es por ese camino que se le ha designado que se tiene que santificar y salvar, y lo mismo que en la Naturaleza hay toda clase de especies en el Reino animal, así en la vida espiritual Mi Padre designa a cada alma su camino de santificación que debe vivirlo en total perfección. Yo, Jesús, os hablo.
Unos están destinados a padecer sufrimientos y deben sobrellevarlos, porque por otro medio no se salvarían, por eso, el que padezca en esta vida si lo hace sin exasperarse y con paciencia, alcanzará un alto grado de gloria. No es que el que padezca sea despreciado de Dios, es que para muchas almas solo ese camino es el que puede salvarle eternamente. Otros están destinados a santificarse por otros medios, y hay quienes se santifican mediante beneficios que Mi Padre Celestial les da, porque en el sufrimiento, no lograrían salvarse, pero todos deben santificarse por el camino que Dios les ha puesto, porque solo Mi Padre sabe hasta donde alcanzarán de virtud por ese camino. Yo, Jesús, os hablo. Y así hijos Míos, Mi Padre da a cada uno lo que mayor gloria le pueda alcanzar en el Cielo, si lo acepta o lo vive según Su voluntad. Yo, Jesús, os hablo.
Es lo mismo que a los enfermos, a cada cual el médico le da su tratamiento específico para sanarlos cuanto antes y fortalecerlos, y a veces hijos, ¡que amarga son las medicinas y que largos se hacen los días cuando no se tiene salud! Así Mi Padre que os creó sabe lo que tiene que daros y como dároslo, pero vosotros no entendéis porqué unos pasan una vida mejor que otros, si unos y otros, son almas de fe. Yo, Jesús, os hablo.
Es efímera la vida y pronto se termina, pero daréis cuentas a Dios de cómo la empleasteis, así que hijos, vivid en la fe y creed que todo lo permite Vuestro Padre Celestial para vuestro bien, el de vuestro hijos y familia y para el Cuerpo Místico de la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo. Mi paz a todo aquel que cree en estos comunicados.
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