Soy Jesús de Nazaret, Hijo del Altísimo. Un suspiro Mío hubiera valido para redimiros, pero quise demostraros en Mi propia Carne el valor del sufrimiento, medio que escogí para la Redención.
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Yo vine para que las almas que son inmortales no se perdieran para siempre y, padecí en Mi Divino Cuerpo toda clase de tormentos y vejaciones.
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Veros tan extraviados, tan equivocados, es un dolor terrible para Mí que por salvaros tanto padecí. Mi Madre y Yo no dejamos de llamaros a la conversión una y otra vez.
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Un suspiro que hagáis por Mí, no dejo sin recompensa. Una jaculatoria que Nos ofrezcáis a Mí o a Mi Madre, la hago fructificar. Todo lo que hacéis de corazón Yo lo bendigo y lo multiplico para el bien de las almas.
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Pedid por la almas, pedid por los pecadores, aquellos que para salir de sus vicios les cuesta tanto, pedidme hijos. Mi Madre pedía mucho por los pecadores en su vida terrenal y cuantos, cuantos sacrificios ofrecía, días enteros sin comer y sin beber.
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