Gracias alma Mía por interesarte en Mis cosas. Yo, Jesús, te hablo. Me es de sumo agrado que te preocupes de que tus hijos cumplan o no cumplan con Mis mandamientos, Yo te miro cuando eso haces y Me agrada tu celo porque no se aparten de las sendas del bien. Yo, Jesús, te hablo
Esto que te digo a ti, alma mía, va también por todas esas madres que tratan de que sus hijos no se tuerzan y les dan uno y otro consejo, pues eso es lo que debe hacer una verdadera madre cristiana, aconsejar a sus hijos, y después, encomendármelos a Mí para que Yo supla en aquellas situaciones donde las madres y los padres cristianos no alcanzan.
Hijos Míos, es agradable para Mí y para el Cielo entero, cuando los familiares padres, madres abuelos y demás parientes, tratan de corregir a sus seres queridos y encauzarlos por caminos de Dios. Ya se que siempre no conseguís vuestros objetivos, pero Yo fecundaré esa semilla de amor hacia Mí que tratáis de sembrar en vuestros hijos, hijas, esposos y demás, para que en su momento de fruto y el fruto sea del Cielo. Yo, Jesús, os hablo.
No os calléis cobardemente ante las situaciones pecaminosas de vuestros hijos, y lo mismo que les advertiríais de no comer un alimento contaminado, debéis advertirle que tienen que cumplir con Mis mandamientos y que se les pedirá cuentas, pero hacedlo suavemente, con misericordia, con dulzura, con amor hacia Mí y hacia ellos, pero sin presiones, ni amenazas, ni ira. Yo, Jesús, os hablo.
Así pues hijos Míos, imitad a Mi Santa Madre que guiaba a la primitiva Iglesia y les daba consejos sobrenaturales para que sus esfuerzos y predicaciones fueran más efectivos, y exhortaba a aquellos otros primeros cristianos que podían desviarse por sendas inadecuadas. Yo, Jesús, os hablo.
El amor de una madre hacia sus hijos que se desvían de los caminos de Dios, es muy poderoso ante Mi Trono, porque Yo veo en ellas a Mi Santa Madre y bendigo su celo apostólico, auque aparentemente, parezca que fracasan y que sus consejos caen al vacío. Yo, Jesús, os hablo. Por tanto, haced esa labor escondida en vuestro hogar y no dejéis de hacerla, asesorando a vuestros hijos y aconsejándoles según Mis criterios, para que ellos, en un determinado día, comprendan que se equivocaron. Yo, Jesús, os hablo y os bendigo y, bendigo a todas aquellas personas que tratan de una forma u otra encauzar a sus seres queridos por sendas de salvación.
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