Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

07 abril, 2010

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos

A los hijos de Dios se les reconocerá por su justicia, por su rectitud, por su honradez, pues un hijo de Dios no puede tener mancha alguna que deshonre a Su Padre Celestial. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Los verdaderos hijos de Dios, los que viven Sus leyes divinas, serán reconocidos por su honradez y justicia, pues no podrán soportar la injusticia bajo ningún aspecto. Bienaventurados los que practican la justicia porque serán llamados hijos de Dios.

Un verdadero hijo de Dios no hace fraude, no acepta trampas para lucrarse, no desea dinero ilegal y es alguien que pone la justa medida en todo, pues su sentido de la justicia es tal, que no soporta la mínima injusticia se le haga a quien se le haga, en eso reconoceréis que son verdaderos hijos de Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

San José fue un varón justísimo y no consintió en su vida ninguna injusticia, de ahí, que al comprobar la gestación de su esposa no quiso denunciarla porque le parecía que era algo injusto hacia su dignísima esposa, y por eso tomó la decisión de hacerlo en secreto, pues el tampoco quiso faltar a lo que la ley disponía.

Un hijo de Dios verdadero no consiente la injusticia mientras pueda evitarla, si bien, en la sociedad siempre habrá injusticias, el verdadero hijo de Dios sufrirá en su carne y se condolerá de ella, porque son hijos del Dios Justo y Eterno y son semejantes a Su Padre Celestial, hermanos del Unigénito.

La justicia es una gran virtud que todo el mundo reclama, pero que pocos la practican, porque quieren justicia para sus intereses y para ellos, pero no les importa las injusticias ajenas aunque sean graves. Pero a los verdaderos hijos de Dios les conduele todo lo que sea injusto, le suceda a quien le suceda, y ellos verán a Dios por cuanto que en la tierra le honraron a través de la justicia. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán hartos. Quien en esta vida no alcance la justicia que le corresponda o la justicia que esperaba, la tendrá con creces en la otra, pues en el Reino de los Cielos no habrá nadie que no haya pagado las injusticias que hizo antes de entrar en el. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Los que practiquen la justicia brillarán con una luz diferente, un resplandor que será semejante al del Juez Eterno quien aplicará Su justicia a cada uno según sus obras, y los justos entonaran un himno diferente por cuanto que no permitieron y se condolieron de las injusticias de este mundo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

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