Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

26 marzo, 2010

Quien no ama no podrá comprender nunca el Misterio de Cristo

Cristo es Amor. Cristo fue un Ser que se componía de amor. Todo Su Ser corporal y espiritual era amor, amor verdadero. Porque El tuvo el deseo de entregar Su Divino Cuerpo junto con Su Corazón y toda Su Alma, por la salvación del mundo. El lo dio todo movido por el amor a las almas y a Su Padre Eterno. Yo, Espíritu Divino, os hablo.

Quien no ama o no sabe amar, no podrá comprender nunca el Misterio de Cristo. Porque todo, todo Su Ser era amor. Cada respiración, cada paso que daba, cada gota de sudor, cada palabra, cada movimiento que hacia, era todo fruto del amor que tenia a las almas y a toda la Humanidad. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Para entender el Misterio de Cristo hay que saber amar y amar sin una pizca de egoísmo. A Cristo solo se le conoce en el amor y no por ser muy erudito y conocer las Escrituras. Para comprender Su Misterio, Su Redención, hay que estar impregnado de amor, amor a Dios, amor al prójimo, amor a las almas. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Los grandes santos se hicieron tales porque amaron ardientemente. Amaron a Dios Altísimo hasta la saciedad, amaron a Cristo Redentor hasta la agonía, amaron a las almas hasta lo inenarrable, y fueron otros cristos que impregnaron su ser de ardiente amor, porque Cristo amó en ellos a la Humanidad entera. Yo, Espíritu de Dios, os hablo

El amor que tenía y sentía Cristo no se puede comprender en esta vida. Un amor infinito, sin limites ni acepción de personas, pero ha habido santos y santas muchos no canonizados -no por eso menos santos- que vislumbraron frugalmente el amor que sentía Cristo por las almas y se anonadaron ante este Misterio único e irrepetible, porque ni toda la Humanidad junta puede amar en la medida que Cristo amó.

La comprensión de todos estos misterios de vuestra fe católica, fe verdadera, os hará gozar en el Cielo y servirá de tormento a los réprobos, porque también en el infierno se comprenderán muchos misterios que servirán para más tormento. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Maria Santísima es un espejo del amor de su Divino Hijo. Ella amó también sin limites ni condiciones, pero Su amor, si bien es inmenso, no era infinito como el de Su Divino Hijo, pero Ella, hijos de Dios, es una criatura que después de Cristo nadie la supera. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario