Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

10 febrero, 2010

Recordad que cuando la barca zozobraba Mis apóstoles Me llamaron y acudí en seguida a calmar las tempestades. Eso mismo hago con cada alma que en sus batallas Me llame


Todo aquel que deje padre, madre, hermanos, hermanas, hijos e hijas por Mi causa, recibirá el ciento por uno y heredará la Vida Eterna. Yo, Jesús, os hablo. (Mc 10,29)

Hijos Míos, cada vez menos hay personas valientes y decididas a dejarlo todo por Mi causa y seguirme sin condiciones. Pues hoy día solo se busca lo práctico, lo material, lo placentero, y pocas almas, muy pocas, se plantean dejarlo todo y seguirme como sería Mi deseo que lo hicieran. Cuando digo de dejar hijos e hijas, no Me refiero a los que ya se tienen, sino a los que se podrían tener, esas almas que por amor a Mí y al Reino de los Cielos han renunciado a formar una familia. Eso lo pagaré con creces y además tendrán en herencia el Reino de los Cielos. Pues aunque es cierto que por ser Dios todo lo merezco, no es menos cierto que quien hace esa clase de renuncias, les pagaré el ciento por uno y tendrán parte en Mi Mesa. Yo Jesús, os hablo.

Pero hijos, hoy la sociedad con su materialismo y con publicidad engañosa os hacen creer que el bienestar está en adquirir, en poseer. Yo os prediqué que la felicidad está en renuncias, porque todo aquel que busca su vida la perderá más todo el que la emplee en Mí, la salvará (Mc 8, 35). Yo, Jesús, os hablo.

Mis promesas evangélicas no las consideráis y Mi Santo Espíritu toca los corazones de las almas para que vivan una determinada vocación y las almas se desentienden de esos toques divinos, sobrenaturales y, asfixian Mi Santo Espíritu con metas mundanas, pasajeras, efímeras, que nada tienen que ver con el Reino de los Cielos y, hacen buenas carreras, (y desean) buenos puestos de trabajo, vestimentas lujosas, pero nadie se plantea vestir un tosco hábito o moderada vestimenta para servirme en el amor y la renuncia. Yo, Jesús, os hablo.

Yo Soy el Crucificado. Dejé Mi rango divino para hacerme un servidor vuestro y Me despojé de todo por vosotros y vosotras. Almas que se os llama a la vida religiosa o sacerdotal sofocáis la voz de Mi Espíritu y os desentendéis de lo que sería para vosotros una felicidad no solo terrenal sino eterna. Yo, Jesús, os hablo.

¡No tengáis miedo hijos Míos! No razonéis con vuestros criterios mundanos, si escogéis el camino de la vida religiosa, Yo estaré con vosotros hasta el fin de vuestra vida, si vosotros no Me dejáis a Mí. Recordad que cuando la barca zozobraba Mis apóstoles Me llamaron y acudí en seguida a calmar las tempestades (Mt 8, 24-26) eso mismo hago con cada alma que en sus batallas Me llame, Yo acudo, porque hijos, Me hago el dormido para que Me llaméis, Me reclaméis y veáis por vuestros propios ojos que Yo, Jesús, Soy Vuestro Salvador, el Salvador de las almas, el vencedor del pecado, de la tentación, de la oscuridad. Yo, Jesús, os hablo y os pido que Me sigáis. Mi paz esté con todo aquel que lee y cree estos mensajes.

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