Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

26 octubre, 2011

La relación entre las Divinas Personas de la Santísima Trinidad es de tal perfección y magnitud, que no se os puede explicar con lenguaje humano

Yo, Soy Amor. Soy el Espíritu del Padre y del Hijo y entre Ellos formo una corriente de Amor infinita y perfectísima que irradia en todas las almas que viven en estado de gracia, porque Yo colmo a las almas del verdadero amor a Dios, libre de egoísmos, sin cálculos, ni condiciones, amor verdadero, puro y santo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.


La relación entre las Divinas Personas de la Santísima Trinidad es de tal perfección y magnitud, que no se os puede explicar con lenguaje humano. Y las Tres Divinas Personas se gozan y reciben mutuamente gloria, aunque sólo se honre a Una. Yo, Espíritu de Dios, os hablo. El amor más grande y perfecto en el plano humano, no es nada comparado con el amor que mutuamente se tienen las Tres Divinas Personas, porque las cosas en el plano sobrenatural exceden, y con mucho, a las cosas en el plano natural, por muy perfectas que éstas sean.

El amor terrenal verdadero y sin egoísmos, es un reflejo del Amor Divino entre las Tres Augustas Personas, así el amor de una madre para con sus hijos es reflejo de Nuestro Amor, aunque la distancia o diferencia sea infinita. Entre Nosotras Tres existe un fuego abrasador que mutuamente Nos llena, y cada Divina Persona da a las Otras la plenitud del Amor y de la Perfección. Por eso, hijos de Dios, las Tres Divinas Personas estamos plenamente colmadas, porque mutuamente suplimos el amor que las criaturas, por santas que sean, no nos podrían dar según Nuestra dignidad.

Cuando un alma ama a Dios y vive en sus Mandamientos y trata de vivir una vida de perfección, no es ella la que nos da a Nosotros, sino Nosotros quienes le damos a ella, porque Nosotros hacemos que su amor se divinice y se desprenda de lo mundano y terreno para elevarse a cotas de lo sobrenatural, pero vosotras almas, el amor que tenéis y recibís de Nosotros, siempre es en cantidades limitadas y pequeñísimas, comparado con el que Nosotros mutuamente Nos tenemos. Sin embargo, a mayor perfección y amor a Dios, más se expande en vuestra alma este amor divino que os damos y más se asemeja (al Nuestro) aunque la distancia, entre vuestro amor y el Nuestro sea infinita. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Esto quizás no lo entendáis pero conviene que lo sepáis. Conviene que sepáis que las Tres Divinas Personas vivimos en plenitud de Amor desde siempre, porque desde siempre hemos existido, y vuestro amor hacia Dios no es más que una participación del Nuestro según vuestras disposiciones. A mayor virtud y santidad, mayor es la participación. Por eso, debéis estar siempre dispuestos a crecer en santidad y méritos, para que el amor a Dios también crezca en vosotros, que viene a ser como un adelanto de la gloria eterna. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.

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