Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

31 octubre, 2011

Hay que rezar mucho más por los pecadores (1)

Alma Mía, las almas están desnutridas por falta de sacramentos por su parte y por falta de oraciones (por parte) de otras almas como tu. Hay que rezar mucho más por los pecadores, por su conversión, porque no desperdicien la gracia de Dios Altísimo, para que en ellos no se pierda la Sangre Preciosísima de Mi Divino Hijo Jesús. Yo, María Santísima, te hablo.

Tu darías alimentos materiales si alguien te los pidiera, pues lo mismo se debe hacer con las almas, y aunque ellos no pidan oraciones, Yo, hijos Míos, os la pido constantemente: rezad, rezad, por los pecadores para que se conviertan y, aunque todos sois pecadores hay quien está en tal oscuridad que para sacarlos de ella, se necesitan muchas plegarias, coronillas, misas y toda clase de rezos, porque hijos, están inmensamente hundidos en el mal. Yo, María Inmaculada Vuestra Madre, os hablo.

Pedid al Santo Espíritu de Dios que Sus gracias no se malogren en los fieles, para que se acelere el proceso de conversión, el cambio total de sus vidas, que tan arraigadas en malas y viciosas costumbres es casi un milagro que tantas almas como viven en cenagosas costumbres, cambien y hagan de su vida un medio de santidad. Yo, María, Vuestra Madre, os hablo.

Cuando Me recéis el Rosario no seáis como los papagayos que hablan sin saber lo que dicen. Rezadlo en meditación, de corazón, con plena conciencia de a quien va dirigido y por quien va dirigido. No daríais a nadie de comer alimentos contaminados, pues tampoco deis a las almas rezos, fríos, rutinarios, exentos totalmente de fervor, esos rezos poco efecto tienen, son rezos desechables, porque los hacéis tan fríos y rutinarios, tan carentes de amor y fervor, que apenas algunos se aprovechan y llegan al Trono de Dios.

No se trata de rezar mucho sino de hacerlo con amor hacia Dios y las almas, con respeto y meditando lo que se reza, así que hijos, rezad como Yo rezaba a Dios, de corazón y teniendo en cuenta la Majestad de la Persona Celestial a quien va dirigido el rezo. Yo, María Santísima, Vuestra Madre Celestial, os hablo.

(1) Esta imagen de la Virgen María Rosa Mistica, fue la que dio el mensaje.

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