Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

03 septiembre, 2011

Muchos, muchos, Me tenéis muy disgustada.

¡Ven Espíritu Santo! Hijos Míos, Soy María Inmaculada quien os habla y Me dirijo a vosotros para corregiros como Madre Vuestra que Soy y tratar de que seáis más dignos y mejores hijos de Dios. Yo, María Inmaculada, os hablo.


Quisiera pediros que moderéis vuestro lenguaje y no habléis como gañanes. Que moderéis vuestras reacciones cuando os molestan o se meten con vosotros. Que seáis más amables, más pacientes, más buenos en comportaros. Que no tengan que decir que siendo como sois cristianos parecéis ateos a la hora de dar ejemplo o de comportaros con vuestros familiares y compañeros de trabajo. Yo, María Inmaculada, os hablo.

Comportaos como os gustaría que Yo os viera si estuviera ante vosotros, porque hijos, aunque no Me veis Yo estoy delante de vosotros siempre y os veo, os oigo y os observo y muchos, muchos, Me tenéis muy disgustada.

No os olvidéis que Dios Altísimo, el Todopoderoso es Omnipresente y está en todos los lugares del mundo y por eso, debéis actuar ante la mirada de Dios como corresponde a Vuestro Padre Celestial. No dejéis escapar esas palabras soeces, tan ordinarias. No critiquéis tanto a los de vuestro entorno. Hijos, en la mayoría de los días vivís las 24 horas a base de burda palabrería, a base de ordinarias posturas, de juicios que hacéis y, de todo aquello que tanto Me disgusta, y ese día que ha pasado, en el plan espiritual lo habéis malogrado íntegramente, por eso, corregíos, sed pacientes, sumisos, humildes, no os creáis en posesión de la razón cuando discutís, escuchad a vuestros semejantes, y sobre todo, pedid luz y sabiduría al Santo Espíritu de Dios, para que os haga ver la forma en que debéis comportaros y actuar.

Hijos, vais a comulgar llenos de pecados y faltas que debéis confesar. No podéis pasar por alto el estado de vuestras almas y debéis tenerla limpia de podredumbre y más preparada para recibir a Mi Divino Hijo Eucaristía, porque no os olvidéis de lo que San Pablo dijo y Yo os recuerdo, que quien comulga indignamente el Cuerpo y la Sangre de Mi Divino Hijo, come y bebe su propia condenación (1 Cor. 11, 29). Por tanto hijos, cambiad cuanto antes vuestra forma de ser y pedidme ayuda, que Yo Vuestra Madre Santísima, presta os la concederé. Yo, María Inmaculada, os hablo y os instruyo.

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