Hijos Míos, Soy Jesús de Nazaret quien os habla, Vuestro Hermano y Vuestro Dios. Lo hago porque aunque la distancia entre el Cielo y la Tierra sea inmensa, Yo Soy el Medianero Vuestro que intercedo constantemente ante el Trono de Mi Padre, para pedir para vosotros misericordia, bendiciones y toda clase de gracias. Yo, Jesús, os hablo.
Quisiera hoy recordaros algo que es necesario que tengáis en cuenta, porque hijos, os veo tan agobiados, tan enfrascados en vuestras cosas diarias, en tanta obligaciones como adquirís, y no vivís en paz. Algunos coméis deprisa, incluso de pie, otros robáis horas y horas a vuestro descanso nocturno, otros no tenéis tiempo para atender a vuestros hijos o cónyuges, y esa vida tan agitada no Me gusta, porque Yo deseo que las almas vivan en serenidad y tengan paz y la tengan en abundancia. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, poned vuestra mirada en Dios Todopoderoso y haced de El centro de vuestras vidas y veréis como las obligaciones que tenéis salen solas, y los compromisos que os creáis muchos no son necesarios y los desecháis, porque hijos, lo más importante para cada uno de vosotros es la salvación del alma. Yo, Jesús, os hablo.
Ya os dije en Mi Santo Evangelio que a cada día le basta su inquietud (Mt 6,34) y hoy os lo vuelvo a recordar, cada día que tenga su ración pero no pretendáis hacer más de lo que conviene en ese día, porque destruiréis vuestra salud o limitareis vuestras fuerzas. Yo, Jesús, os hablo.
Debéis tener en vuestra agenda tiempo para vuestros hijos, tiempo para vuestros cónyuges, tiempo para Mí, tiempo para vuestras oraciones, para leer libros santos, para descansar en condiciones, para vivir una vida sana y santa, porque si no, llegareis a lamentar más tarde o más temprano la mala organización que tenéis y la mucha carga de compromisos innecesarios que os habéis creado. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos y amados de Mi Padre Eterno, poned a Dios Todopoderoso como centro primordial de vuestras vidas, el primero en todo, y veréis como las cosas enfocadas hacia Dios y hechas por y para Dios, tienen otro matiz que nada tiene que ver con el que vivís ahora. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. La paz de la Santísima Trinidad esté con todos vosotros.
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