Hijos, Míos, los pecados de los hombres fueron los clavos que me clavaron en la Cruz y, todos los pecadores fueron Mis verdugos. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, también tengo la dicha de saber que en el mundo hay almas que por amor a Mí y por Mi reparación, se hacen “cristos” voluntariamente, y sufren por Mí con gran amor y deseo de reparar Mi dolorosa Pasión. Esas almas hacen la alegría de Mi Padre Eterno y de Mi Santísima Madre, porque sufren voluntariamente y hacen del sufrimiento un medio de consolación a Mi Divino y Humilde Corazón. Yo, Jesús, os hablo.
Cada alma que voluntariamente por amor a Mí y Mi consuelo sufre cualquier cosa, esa alma es para Mí un bálsamo inigualable, que Me resarce, de tantas heridas y llagas como padecí en Mi Cuerpo y en Mi Alma, porque no es el sufrimiento en sí lo que Me consuela, sino el amor con que Me lo ofrecen y el deseo de quererme aliviar en Mi ignominiosa Pasión, y así, si pasan sed o hambre o no toman medicamentos para sus dolores físicos por amor a Mí, esas almas hacen que su ofrecimiento Me alivie y Me consuele, al igual que a Mi Santa Madre, que dolorosa a los pies de la Cruz , ofrecía por Mi amor y el amor a las almas Sus sufrimientos, unidos a los Míos. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos, no desperdiciéis cualquier dolor o angustia que tengáis. Ofrecédmelos a Mí, que Yo haré de ellos medio de redención, porque unidos a Mis méritos infinitos, vuestros sufrimientos ayudarán a las almas a redimirse y a cambiar de vida. Yo, Jesús, os hablo. Mi paz esté con todos vosotros.
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