Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

30 octubre, 2010

Recordad al buen ladrón que reconoció sus culpas y pidió al Señor que lo recordarse en Su Reino, no le pidió que lo salvase, solo le pidió que lo recordarse

Hijos de Dios, el arrepentimiento de los pecados limpia el alma de vuestra inmundicia y os predispone mucho mejor a recibir la gracia de Dios. Yo, Espíritu Divino, os hablo.

Aunque seáis pecadores empedernidos si os arrepentís de vuestros pecados, la gracia fructificará en vuestras almas y no se malogrará, porque el Señor desea la vida del alma y os da la gracia en abundancia (para ello). Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Aunque es muy doloroso para el Señor que pequéis, aun lo es más el que no os arrepintáis de vuestros pecados, porque quien se mantiene en ellos y no le importa la situación de su alma, es una persona que se predispone a la condenación eterna. Hijos de Dios, pedid al Cielo que os de dolor de vuestros pecados y verdadero arrepentimiento, porque el que se arrepiente de todo lo malo que ha hecho, reconoce humildemente su maldad, y acepta la misericordia de Dios que lo perdona. El arrepentimiento es muy bueno porque hace al alma humilde y le abre las puertas del Cielo, pues quien no se arrepiente de sus pecados él mismo escoge su destino eterno.

Recordad hijos de Dios, al buen ladrón que en la cruz reconoció sus culpas y pidió al Señor que lo recordarse en Su Reino (Lc 23,42), no le pidió que lo salvase porque se sentía indigno de entrar en el Reino de Dios, solo le pidió que lo recordase y su humildad y reconocimiento de su indignidad. le abrió las puertas del Cielo. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Aunque tengáis pecados vergonzosos, aunque tengáis delitos muy graves, hijos de Dios, mientras vivís si os arrepentís de ellos, Dios Todopoderoso os perdona y os da su gracia para que perseveréis en la virtud, pero vosotros tenéis que poner de vuestra parte y, el reconocimiento de vuestros pecados os predispone al arrepentimiento y a la aceptación de la gracia de Dios para seguir adelante en estado de gracia. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

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