Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

22 noviembre, 2011

Sacerdotes de Mi Corazón, tened arrojo y amor para defender Mis intereses que son el bien de las almas

Un sacerdote debe instruir e informar a sus feligreses y, no debe tener reparo en hacerlo cuando de doctrina católica se trate, porque eso es lo que Yo espero de él. Yo, Jesús, os hablo.

Los sacerdotes que por respetos humanos se guardan de decir a los feligreses como deben comportarse ante el Santísimo Sacramento, en la Misa o en la Iglesia, están pecando de negligencia porque ellos tienen el deber y la autoridad eclesiástica suficiente para asesorar a su rebaño y guiarlos hacia pastos de Vida Eterna. Yo, Jesús, os hablo.

Di a Mi hijo N.N. que si a esa señora le molestó la corrección, a Mí que Soy el Redentor Me agradó sobremanera, y que no recele nunca de hacer lo que su ministerio le exige, porque Yo estaré atento a todos sus movimientos, a todas sus palabras, y a todas sus intenciones.

Pero dile, alma Mía, que también Mi enemigo lo estará y le atacará, que no siga sus maniobras y que Me invoque cada vez que Mi enemigo lo ataque, para que Yo que todo lo puedo le supla en lo que su debilidad o limitaciones le impidan obrar. Yo, Jesús, os hablo.

Ningún sacerdote debe callar cuando de amonestar a alguien se trate, sea hombre, mujer, niño o jóvenes, porque el pecado de omisión también cuenta para la Vida Eterna y disfrazado de una falsa prudencia puede haber negligencia, pero eso sí, pido a Mis sacerdotes y pastores que cada amonestación vaya revestida de misericordia y de rectas intenciones. Yo, Jesús, os hablo.

Aquel sacerdote que valerosamente defienda Mis intereses, Yo lo defenderé ante Mi Padre Celestial y mediaré por él para que llegue a ser un gran santo, porque todo el que Me ama debe demostrarlo, y debe tener valor para formar a sus feligreses en la doctrina católica verdadera y advertir en las malformaciones que ya hay de sacramentos, de puntos dogmáticos y de Mi Santo Evangelio.

Así que hijos y siervos Míos, sacerdotes de Mi Corazón, tened arrojo y amor para defender Mis intereses que son el bien de las almas. Enseñad sana y santa doctrina, no quitéis, ni pongáis nada de vuestro albedrío e invocad a Mi Santo Espíritu en todo momento para que tengáis Su luz y sabiduría. Yo, Jesús, Vuestro Hermano y Vuestro Salvador, os hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que crea en este mensaje.

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