Refugio de amor y de mansedumbre es el Corazón de Mi Santísima Madre. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, nada deseo más que os acerquéis al Corazón Inmaculado de Mi Madre, que le hagáis actos de desagravio, y ofrecimientos, que le llevéis flores, que le recéis y que leáis sobre El, porque quien se refugia y camina dentro de ese Inmaculado Corazón, va en la nave segura que lo dirigirá hacia la Patria Celestial. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, Yo fui el primero que se refugió en ese Inmaculado Corazón, y en El descansaba de los pecados de la Humanidad y de la soberbia de los hombres. Ese Corazón tan manso y humilde fue en Mi vida terrenal, un refugio donde entraba para vivir acomodado entre las virtudes de Mi Santa Madre y, resarcirme de tanto pecado, traición, soberbia y prepotencia de Mis contemporáneos. Yo, Jesús, os hablo.
El Corazón Inmaculado de Mi Madre debe reinar en vuestras vidas. El debe ser para vosotros escuela de amor, camino de santidad, refugio en vuestros sufrimientos, que nunca Mi Madre abandonará a quien confíe en Su Santo e Inmaculado Corazón. Nuestros dos Corazones laten al unísono por la salvación de las almas, y ambos, interceden ante el Trono de la Santísima Trinidad por vosotros almas tan pecadoras, tan débiles, tan esquivocadas, tan ciegas. Yo, Jesús, os hablo.
Cuando forméis parte de la gloria celestial contemplareis un ejército inmenso e incalculable de almas que se salvaron porque se refugiaron en el Inmaculado Corazón de Mi Madre. Si los sacerdotes que padecen tribulación se refugiasen en ese Corazón Santo y Maternal, vencerían la dureza de la prueba y la tiranía del mundo enloquecido por las artimañas de Satanás, que solo ofrecen metas para la perdición de las almas. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Mi paz a todo aquel que ponga en práctica este mensaje.
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