El estado de Mi Iglesia es deplorable porque Mis sacerdotes tienen tiempo para todo menos para Mí. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, criticáis a Mi Santa Iglesia y a su Jerarquía de que abusan de su autoridad, de que están contaminados y es cierto, porque Mis sacerdotes no hacen oración y tienen tiempo para las noticias, para el periódico, para hacer deporte, para escuchar música, para Internet, pero para venir a Mi Sagrario y acompañarme no tienen ni tiempo, ni ganas, aunque no en todos los sitios Mi Santa Iglesia está contaminada. Yo, Jesús, os hablo.
Ya os dije que velarais y orarais (Mt 26,41) para no entrar en tentación, pero apenas hoy día se ve a un sacerdote en las parroquias orando, preparándose antes de la Misa, ofreciendo la acción de gracias después de celebrar. Así va todo, quien no hace oración se convierte en un individuo del mundo que cumple sus obligaciones con naturalidad, pero no sobrenaturalmente, porque Mis ministros se convierten en unos trabajadores más. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos sacerdotes, debéis orar y hacerlo cada día, media hora por lo menos de Sagrario, pero asiduamente. Vuestra alma se mundaniza porque no le dais alimento espiritual, solo la Misa que la celebráis sin apenas fervor y por obligación. Hijos, ¿cómo vais a reconvertir a las almas si vosotros mismos no sabéis reconvertiros ni os lo proponéis? ¿Cómo vais a edificar a las almas con vuestro ejemplo si cualquier seglar me da más que vosotros?
Queréis ser muy fecundos espiritualmente pero estáis llenos de carroña interior porque habéis abandonado los ratos de Sagrario y la oración que es lo que os fortalece, no solo para no pecar sino para no mundanizaros y, para crecer en fervor, en fe y más amor hacia las cosas espirituales. Yo, Jesús, os hablo.
Es hora de que os propongáis cambiar, de que os esforcéis en cumplir cada día con el compromiso de la oración y no dejarla por nada, y veréis como poco a poco cada vez más, os vais fortaleciendo y enfervorizando en Mis cosas y os sentís mucho mejor. Yo, Jesús, os hablo
¡Que fácil! es que un sacerdote que no hace oración caiga en la tentación, sea de la clase que sea ¡Que fácil! Por eso hijos, tomad ejemplo Mío e imitadme en la oración como debéis imitarme en todo lo demás. Mi gracia no os faltará si os esforzáis en ello. Pedidme cada día que os ayude a ser más santos y a llegar a la perseverancia final en el sacerdocio y en la gracia santificante. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos, criticáis a Mi Santa Iglesia y a su Jerarquía de que abusan de su autoridad, de que están contaminados y es cierto, porque Mis sacerdotes no hacen oración y tienen tiempo para las noticias, para el periódico, para hacer deporte, para escuchar música, para Internet, pero para venir a Mi Sagrario y acompañarme no tienen ni tiempo, ni ganas, aunque no en todos los sitios Mi Santa Iglesia está contaminada. Yo, Jesús, os hablo.
Ya os dije que velarais y orarais (Mt 26,41) para no entrar en tentación, pero apenas hoy día se ve a un sacerdote en las parroquias orando, preparándose antes de la Misa, ofreciendo la acción de gracias después de celebrar. Así va todo, quien no hace oración se convierte en un individuo del mundo que cumple sus obligaciones con naturalidad, pero no sobrenaturalmente, porque Mis ministros se convierten en unos trabajadores más. Yo, Jesús, os hablo.
Hijos Míos sacerdotes, debéis orar y hacerlo cada día, media hora por lo menos de Sagrario, pero asiduamente. Vuestra alma se mundaniza porque no le dais alimento espiritual, solo la Misa que la celebráis sin apenas fervor y por obligación. Hijos, ¿cómo vais a reconvertir a las almas si vosotros mismos no sabéis reconvertiros ni os lo proponéis? ¿Cómo vais a edificar a las almas con vuestro ejemplo si cualquier seglar me da más que vosotros?
Queréis ser muy fecundos espiritualmente pero estáis llenos de carroña interior porque habéis abandonado los ratos de Sagrario y la oración que es lo que os fortalece, no solo para no pecar sino para no mundanizaros y, para crecer en fervor, en fe y más amor hacia las cosas espirituales. Yo, Jesús, os hablo.
Es hora de que os propongáis cambiar, de que os esforcéis en cumplir cada día con el compromiso de la oración y no dejarla por nada, y veréis como poco a poco cada vez más, os vais fortaleciendo y enfervorizando en Mis cosas y os sentís mucho mejor. Yo, Jesús, os hablo
¡Que fácil! es que un sacerdote que no hace oración caiga en la tentación, sea de la clase que sea ¡Que fácil! Por eso hijos, tomad ejemplo Mío e imitadme en la oración como debéis imitarme en todo lo demás. Mi gracia no os faltará si os esforzáis en ello. Pedidme cada día que os ayude a ser más santos y a llegar a la perseverancia final en el sacerdocio y en la gracia santificante. Yo, Jesús, os hablo.
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