Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

04 septiembre, 2010

Si vosotros Hijos Míos vierais vuestras almas y en el estado en que se encuentran, no podríais resistirlo

Alma Mía, Yo no niego a las almas el alimento de Mis comunicaciones si por sus pecados fuera, porque entonces alma Mía, no podría comunicarme nunca con nadie, porque todos sois pecadores. Yo, Jesús, os hablo.

Me da mucha lástima que vuestras almas estén en el estado en que están, llenas de podredumbre, de vicios, de pecados, de todo aquello que se pudiera llamar enfermedades del alma. ¿No os da lástima a vosotros ver a un enfermo ulcerado, con llagas, con heridas sanguinolentas?, así Me pasa a Mí con vuestras almas, que las veo en tal deterioro que Me compadezco de todos vosotros. Si vosotros Hijos Míos vierais vuestras almas y en el estado en que se encuentran, no podríais resistirlo. Yo, Jesús, os hablo.

Pero ved Hijos Míos, que Yo Soy la Fuente de toda Vida, Soy el Sanador Divino y deseo curaros de vuestras llagas y no Me dejáis. Me cerráis las puertas porque no queréis tener nada Conmigo, nada que ver Conmigo, y a pesar de toda la riqueza de que dispongo para salvaros no Me dejáis actuar. Yo, Jesús, os hablo.

Pedidme hijos queridos de Mi Corazón, que Yo os sane de vuestras heridas internas, que Yo os saque de vuestros pecados, que Yo os ayude a vencer vuestros vicios, Pedídmelo hijos Míos, Yo puedo y quiero, Yo quiero y puedo. Nadie os ama como Yo, nadie. Di Mi vida cruentamente y la volvería a dar si ello fuera posible. Quiero que tengáis vida en vuestras almas y la tengáis en abundancia, y Yo hijos Míos, puedo realizar este milagro.

Quiero que vuestras almas sanen y blanqueen de toda inmundicia como tenéis, así pues hijos queridos, dejadme obrar en vosotros y veréis como lo que os digo es real y verdadero y por muy pecadores que seáis puedo sanaros y presentaros a Mi Padre como un espejo. Yo, hijos Míos, Soy el Sanador Divino, el Salvador de las almas, el Redentor del mundo, el Hijo del Altísimo y de María Inmaculada y quiero sanaros uno por uno. Yo, Jesús, os hablo y os llamo a albergar en Mi Divino Corazón.

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