Miradme, hijos Mios, miradme Crucificado

22 agosto, 2010

Hacer la voluntad de Dios en cada instante es lo que ha llegado a forjar grandes y elevadísimos santos (450)

La clave de una gran santidad elevada son las palabras ¡Hágase tu voluntad Dios Mío! Yo, Espíritu de Dios, os hablo. Todo aquel que de corazón y con pleno convencimiento pronuncie estas palabras, habrá llegado a comprender la mayor sabiduría que a un alma se le puede dar, porque hacer la voluntad de Dios en cada instante es lo que ha llegado a forjar grandes y elevadísimos santos. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

Nadie que haya hecho la voluntad de Dios dejó de recibir gracias en abundancia, porque el hacer en todo momento la voluntad de Dios, es lo que trae al alma una inmensidad de bienes espirituales. Pero aquel que pospone esta voluntad y la cambia por sus propios criterios, por sus antojos personales, aunque sean buenos, aquel pierde una inmensidad de gracias y, sus obras, si son buenas, se quedarán meramente en el plano humano pero no se elevarán al plano sobrenatural. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo.

Hay santos cuyas vidas se ignoran porque fueron tan sencillas que pasaron desapercibidos incluso en su entorno. Esas almas gozan en el Cielo de una gran gloria porque hicieron en la tierra, en todo momento, la voluntad de Dios, negándose a sí mismas y anteponiendo a sus juicios los juicios de Dios que por medio de las circunstancias, los superiores, o por los toques que doy a cada alma, saben perfectamente discernir lo que Dios les pide en cada momento. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.

El “hágase Señor tu voluntad” son palabras de un poder sobrenatural inmenso y atrae la fuerza de Dios a las almas que no desean otra cosa que servirle y amarle en las circunstancias que El mismo les haya puesto, y así, tanto valor tiene un alma cuya vida pasa desapercibida, como el alma que muere en la tortura por amor a Dios, porque si las dos están cumpliendo la voluntad de Dios, las dos serán pagadas de acuerdo a la exigencias que Dios requiere, y tan importante es hacer una cosa pequeña a una muy grande si las dos cosas suponen hacer la voluntad de Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo y os instruyo. La paz de Dios Altísimo esté con todos vosotros.

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